Ayer salía el DLC de Outlast, Whistleblower, y viendo lo que me había gustado el primer juego, aunque lo pasara mal, allá que fui de cabeza. Y no sé si es que esta expansión da menos miedo, que ya estoy curado de espanto o qué, pero esta vez fue todo mejor.
Ojo, que me avisan que me he ido de la lengua con algunos spoilers sobre enemigos.
En esta ocasión somos el Sr. Park, informático pringado en el manicomio que filtra información al periodista protagonista del juego. Por supuesto nos pillan y pasamos a ser parte de los experimientos chungos estos que hacen, pero la cosa se pone chunga y salen los malos estos por todas partes.
Pero tranquilos, no temáis por mi vida o mi esfínter, porque eran las tantas de la noche y me tenía que pasar el DLC antes de la conferencia de Nintendo, que era a las tres, así que no podía quedarme como una niña pequeña llorando en casa esquina, como ya hice en su día.
Eramos tres amigos en el salón, jugando sólo dos. Y en un acto de valentía sin par, empezamos a ir a saco Paco y en dos horas y pico nos habíamos pasado el juego. Sí, hubo algunos momentos de estos en los que se te aprieta el ojete, pero en general todo fue bastante bien. Esta vez era más un juego de huir de un enemigo que uno de estar cagado en todo momento.
La verdad es que para ser un DLC se lo han currado bastante. Casi todos los escenarios son nuevos, yendo a localizaciones que no estaban en el juego original, y aunque no dura demasiado sí que me quedé con buenas sensaciones, de que había valido la pena.
Quizá eso sea lo más importante, la sensación de que no nos han tomado el pelo al comprar Whistleblower. Sí que noté que se centraba un poco más en avanzar y seguir en la historia que en pensar todo el momento estrategias para avanzar, como pasaba más antes.
Y por cierto, el nombre es algo que siempre me ha intrigado: Whistleblower. Whistle es un silbato, y Blower alguien que sopla. Pero claro, un silbato también se puede llamar «pito», así que el título sería algo así como «soplapitos». Puede parecer una tontería, pero teniendo en cuenta que durante la mitad del juego tenemos que estar huyendo de una locaza que nos quiere convertir en su putita, creo que ya lo entiendo mejor.
La verdad es que los dos enemigos importantes del juego (el de la motosierra y el gaylord este) los voy a recordar bastante más que a cualquiera del otro juego, sobre todo al alquimista de los penes. Su parte del juego es bien grotesca, con sus experimentos para convertir a hombres en sus mujeres, escenas de cortes de partes nobles y esas cosas. Es un cabrón pero se le coge cariño.
Resumiendo así un poco, Whistleblower es una expansión que a mí sí me ha merecido la pena, aunque sólo durara unas dos horas y pico en nivel Normal. Parece un poco más centrado en las huidas que en el miedo psicológico como en la primera parte, pero aun así es más que recomendable si te gustó el original.
Los escenarios son en su mayoría nuevos y es bastante más sangriento todo. Y los enemigos importantes tienen bastante más carisma, sobre todo la locaza que busca un agujero donde meterla, aunque lo tenga que fabricar él mismo.