Expectativas…. qué palabra tan fea. Hace un tiempo hablé sobre cómo las expectativas te podían fastidiar o sorprenderte a la hora de enfrentarte a un juego. Los hay que esperan lo mismo de Braid que de GTAIV. Lo cual es absurdo, porque no son precisamente juegos comparables. En el caso de una saga, las expectativas son mucho más grandes y, si no necesarias, sí bastante fáciles de hacer. Está claro, todo el mundo compara La Trilogía con los Episodios I, II y III de Star Wars y obviamente estos últimos salen perdiendo si los comparamos con la grandiosidad de El Imperio Contraataca (aunque a mí La Venganza de los Sith me encantó, todo sea dicho). O The Unforgiven de Metallica. Aunque en este caso me gustó mucho más la segunda entrega que la primera o la tercera. Pero, ¿y en los videojuegos? El caso más reciente que recuerdo es el de Super Mario Galaxy. Una primera entrega que me pareció simplemente correcta, con un buen puñado de ideas pero que por algún motivo no parecía estallar como merecía, y una segunda parte….. ay la segunda parte…. es de lo mejor que he jugado en muchísimos años, es un ejemplo perfecto del «mucho más y mucho mejor». Sí, no sorprende ya el asunto de los miniplanetas, pero tenía unas fases y una jugabilidad tan brillante que eso no importaba.
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