Hay momentos que uno no llega ni a soñar con ellos. Hechos que cambian un mundo y consiguen crear nuevos estándares, ejemplos de lo que algo debería ser. En este caso, los videojuegos, hay unos pocos ejemplos que siempre vienen a la mente cuando se habla de obras maestras, pero el que tiene menos discusión es The Legend Of Zelda: Ocarina Of Time. Un juego que por más que pasen los años seguirá siendo magistral en todos y cada uno de los sentidos y que sigue sorprendiendo aunque te lo hayas pasado más de veinte veces. Desde 1998, cada vez que sale un videojuego que es considerado un 10/10, se le mira con ojo clínico, porque aunque hoy en día tengan mejores gráficos, escenarios más grandes o duren más (esto no siempre es así), ninguno había llegado a superar el juego cumbre de la saga Zelda. Dejando de un lado que puede haber productos que no sean Zelda e igualmente sean buenos (cuesta creer pero es posible), cada nuevo lanzamiento de esta leyenda se compara con Ocarina Of Time para ver si le hace sombra. Ha habido juegos excelentes: el malogrado Majora’s Mask (qué mala suerte salir tras OOT), el criticadísimo Wind Waker, el que casi logra devolvernos la magia, Twilight Princes, y el que me dispongo a desglosar a continuación: The Legend of Zelda Skyward Sword.
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