Análisis The Legend Of Zelda: Skyward Sword (Nintendo Wii)

Hay momentos que uno no llega ni a soñar con ellos. Hechos que cambian un mundo y consiguen crear nuevos estándares, ejemplos de lo que algo debería ser. En este caso, los videojuegos, hay unos pocos ejemplos que siempre vienen a la mente cuando se habla de obras maestras, pero el que tiene menos discusión es The Legend Of Zelda: Ocarina Of Time. Un juego que por más que pasen los años seguirá siendo magistral en todos y cada uno de los sentidos y que sigue sorprendiendo aunque te lo hayas pasado más de veinte veces. Desde 1998, cada vez que sale un videojuego que es considerado un 10/10, se le mira con ojo clínico, porque aunque hoy en día tengan mejores gráficos, escenarios más grandes o duren más (esto no siempre es así), ninguno había llegado a superar el juego cumbre de la saga Zelda. Dejando de un lado que puede haber productos que no sean Zelda e igualmente sean buenos (cuesta creer pero es posible), cada nuevo lanzamiento de esta leyenda se compara con Ocarina Of Time para ver si le hace sombra. Ha habido juegos excelentes: el malogrado Majora’s Mask (qué mala suerte salir tras OOT), el criticadísimo Wind Waker, el que casi logra devolvernos la magia, Twilight Princes, y el que me dispongo a desglosar a continuación: The Legend of Zelda Skyward Sword.

¿Qué se puede esperar del que es el octavo juego «mayor» y que celebra el 25 aniversario? ¿Estaría Hidemaro Fujibayashi a la altura para dirigir un juego de Zelda que no sea para portátiles? ¿Llegaría Nintendo a crear el mismo mundo mágico que hace 13 años? Afortunadamente sí. Fujibayashi ha demostrado estar más que capacitado para encargarse de dirigir la saga, y volvería a marcar las pautas a seguir para cualquier otro videojuego por venir. Pero vamos al ajo, que me enrollo mucho y no digo nada.

Historia

Si había algo que en general solía fallar en los Zelda era su historia. Estaban totalmente desaprovechadas, nos dejaban siempre con ganas de ver algo más de lo que cuentan, por eso hay tantos fans que han hecho teorías e historias alternativas sobre cosas que podrían dar pie a lo que nos cuentan en los videojuegos. El nacimiento de Ganondorf, cómo pasó Zelda a convertirse en una sheikah durante sus siete años en el exilio, por qué estalló la gran guerra de Hyrule, los niños perdidos en los bosques, cómo murió Impa, cuándo hizo Link clases de gimnasia rítmica tras Ocarina Of Time…. muchas preguntas. Pues bien, en Skyward Sword si hay algo interesante es su historia, porque se trata ni más ni menos que del nacimiento de la Leyenda. La primera Zelda, la que no era ninguna princesa, más humana y frágil que cualquier otra, acostumbrada a lucir aspecto de mujer recta, el primer Link, su amigo de la infancia, cómo se forjó la espada maestra, cómo era la tierra de Hyrule antes de ser conocida por este nombre. Aunque claro, también vuelven a jugar a darnos pistas (o no, quizá las ve uno porque quiere) y se pueden llegar a hacer teorías muy interesantes. Lo dejo como spoilers, por si acaso (y aviso que no deberíais leerlo si no os habéis terminado el juego): ¿Será el jefe de los Kyus (que no Kyuss) el gran árbol Deku? ¿Puede ser Malton el «padre» de la raza gerudo? Es un tipo grandote, algo moreno de piel, con pelo rojo, ojos dorados…. Y en inglés se llama «Groose», que suena parecido a Gerudo. ¿Y el jefazo final, realmente es el ser que parece? A juzgar por la frase lapidaria que suelta al final, con toda su ira y rabia concentrada, parece ser que sí. Mis apuestas van porque Malton es, efectivamente, el primer gerudo y este ser terrible encarna, siglos más tarde, al Rey de los Ladrones. Si mezcláramos a ambos personajes saldría él. ¿Y Gaépora? Este no tiene discusión, ni me voy a molestar en comentarlo. Y personajes como el maestro Buhel dan que pensar si los habitantes de Altárea podrían dar origen a los orni.

En fin, que por si no ha quedado claro, Skyward Sword cuenta una historia que da mucho de sí, más aun viendo las innumerables referencias a otros juegos de la saga. Cada detalle que se desvela de la trama nos recuerda a otro momento que sucedería más tarde en esta leyenda, formula otras preguntas y sobre todo emociona. Como nunca antes lo había hecho ningún videojuego. En este sentido el equipo de Aonuma y Fujibayashi han conseguido crear una historia seria, bien cohesionada entre sí y que toma mucho de anteriores entregas, pero también bonita y mágica, como tiene que ser.

Ignorad su aspecto de arlequín afeminado. Grahim es un hijo de puta de los grandes, y carismático como pocos.

Jugabilidad

Una de las mejoras más significativas de esta entrega, y que da mucho de sí, es la jugabilidad. Y es que aunque suene raro, podemos pasarnos el juego sin usar escudos, o usando uno totalmente equipado y muy resistente a los golpes. Sí, resistente. Porque se rompen. Aunque no lo parezca, ese detalle influye mucho en las batallas, ya que debemos planear milimétricamente cómo vamos a bloquear al enemigo, cómo vamos a atacar, si esquivamos sus ataques…. Las mejoras de los objetos y pociones le da una nueva dimensión a nuestro inventario y a las rupias, que en más de una y más de dos ocasiones escasearán. Se acabó eso de tener siempre la bolsita llena, aquí tenemos que dejarnos la pasta en mejorar pociones (haciendo que recuperen más corazones o que tengan dos usos), las armas (más daño, velocidad, mejor disparo) o los escudos (haciéndolos más resistentes). Pero no todo iba a ser mejorar las armas, y es que hasta Link puede estar mejor equipado, con más bolsillos en su cinturón para equiparse más objetos. Y si no podemos llevar más encima, siempre podemos usar la consigna de Altárea para dejar objetos que no necesitemos.

Una de las primeras cosas que llaman la atención al ponernos al control de Link es que ahora tiene resistencia y corre. Ya no tenemos que ir pulsando A constantemente para rodar y rodar. Aquí simplemente lo mantenemos presionado para hacer un sprint con el que conseguiremos que hasta se suba por las paredes, literalmente. La barra de energía aquí sirve para que las batallas sean algo más que un tipo haciendo ataques circulares una y otra vez, de manera que tendremos que pensar bien cómo atacar al enemigo, porque si abusamos de estos, Link se cansará y se quedará totalmente vendido en medio de la lucha. Igual que en Wind Waker, si Link hacía un ataque giratorio demasiado largo se mareaba (y creo que en Twilight Princess también), en Skyward Sword se cansará.

Olvidad pausar el juego para elegir objeto. Gracias a este inventario al estilo RDR, elegir un objeto será muy rápido.

Además de todo esto, el control es fantástico. Se nota que Nintendo ha dado todo lo que puede dar de sí el Wii Motion Plus en cada enemigo y objeto del juego. Para acabar con un stalfos no tenemos que dar golpes a cascoporro como en Twilight Princess, sino que tenemos que golpearle por el flanco que deje sin protegerse, y eso con todos los enemigos medianos y grandes. Objetos como las bombas se han visto muy agradecidas del uso de este mando, haciendo que si lo tenemos inclinado hacia arriba, Link levante los brazos para lanzarla, y si apuntamos para abajo, la tirará como se de una partida de bolos se tratara. O el teleescarabajo, un robot en miniatura con alas que se lleva en la muñeca que al ser propulsado, se maneja inclinando el mando como si fuera el propio aparato, siendo usado para cortar cuerdas o coger objetos que hay a mucha distancia. Y si lo mejoramos, aun más.

Mención aparte merecen los cronolitos. Para mí lo mejor que ha pasado en un Zelda y algo digno de recordar. Llegados a determinada zona nos encontraremos con una civilización extinta, con unas infraestructuras muy modernas pero que están abandonadas, casi rozando el steampunk. Pero todo esto cambia al encontrarnos con los cronolitos, unas rocas parecidas a piedras preciosas lilas que al ser golpeadas lanzan una onda expansiva que muestra cómo estaba esa zona en la antigüedad, dentro de un radio. Así, al hacer uso de un cronolito, veremos un círculo alrededor del mismo en el que todo será muy moderno y lleno de color, como era hace cientos de años, y fuera estará todo gastado, sucio y viejo. El juego que dan estas piedras es realmente genial, añadiendo otra vuelta de tuerca a las situaciones ya de por sí complicadas del templo o mazmorra en la que se encuentre.

Por desgracia, habría que poner un punto negativo que sería la repetición que hay en ocasiones. Y es que tenemos que volver demasiadas veces a lugares que ya hemos visitado. Afortunadamente, cada vez que volvamos a estos lugares, los encontraremos de maneras diferentes y con objetivos nuevos, pero dar un pelín más de variedad hubiera sido genial. Claro que teniendo en cuenta que el juego dura unas 40 horas de media, tampoco está mal del todo.

Niveles

Lo más bonito y espectacular que se haya hecho en un videojuego. Cada nueva zona, cada mazmorra, cada paisaje que vemos es una absoluta maravilla del diseño. Templos gigantescos, bosques enormes, montañas interminables, desiertos descomunales…. Desde el clásico templo en medio del bosque, con una tremenda iluminación, raíces grandísimas atravesando los techos y las paredes, telas de araña que nos impiden movernos con soltura, templos con salas repletas de lava en las que nos tenemos que mover haciendo equilibrio sobre una bola, cañones de fuego que salen de donde menos lo esperas, la más que evidente inspiración árabe en las columnas y arcos de los pasillos, las hiedras con gotas de agua que se transforman en plataformas de piedra al entrar en contacto con la lava, los bellos y útiles cronolitos, la tecnología moderna de robots rodeados de polvo y suciedad, mundos en los que estaremos indefensos, barcos abandonados en medio de la nada, con nadie pilotándolos y nadie atacando, templos que mezclan estancias acuáticas con infiernos llenos de zombies y azufre. Cada uno de ellos con una paleta de colores alucinante, que van desde cualquier verde y turquesa imaginable en las zonas boscosas a los rojos, naranjas y amarillos del fuego o la dualidad de colores apagados y ocres del desierto con el show multi-color que representan los cronolitos. En más de una y más de dos ocasiones me he quedado embobado mirando los escenarios. Y espero que vosotros también los sepáis apreciar.

Si tuviera que destacar un lugar para apreciar la belleza del juego, sin duda serían las Tierras del Presidio, que es el primer sitio al que viajaremos en tierra firme. Un lugar con una arquitectura destrozada, lleno de simbolismos, con una música y un aspecto que dan mucha tranquilidad y con personajes de lo más misteroso.

Y también está el tema de la inmersión que hay antes de cada templo. En los Zelda clásicos, para entrar a cada uno simplemente recorríamos un camino y llegábamos a este, pero en Skyward Sword tenemos que explorar tierras enormes, muy abiertas, que no dejan de ser mazmorras en su estilo pero al aire libre. Una especie de pre-mazmorras que darán algo más de variedad al juego. Pasar de una zona de bosque a otra de fuego se hace menos brusco de esta manera, haciendo que nos vayamos familiarizando con el entorno.

Sonido

Oh. Oh. El sonido. La música. ¿Cuál es vuestra banda sonora favorita? Pues es una mierda comparada con la de Skyward Sword. Simple y llanamente. Koji Kondo y Hajime Wakai (que ya colaboró en Smash. Bros Brawl e hizo las de Starfox 64 o Wind Waker) han conseguido tocarme la fibra sensible. Muchos son los que se quejan de la ausencia de voces en la saga, pero escuchando las emocionantes y espectaculares composiciones de estos genios, quisiera que siga así para siempre. No soy capaz de imaginar voces que acompañen mejor los sentimientos de los personajes y del propio jugador que la música de Skyward Sword. Desde las luchas épicas contra Grahim que nos pondrán en más tensión si cabe hasta las lacrimógenas escenas finales que ablandarán hasta al tipo más duro, cada nota que suena es digna de pasar a la historia de la música. Quizá algún día se haga justicia y se reconozca la grandeza de esta banda sonora, que en ocasiones me ha recordado a las maravillas de Jo Yeong-wook, compositor fetiche del maestro Park Chan-wook. Para los que conozcáis la obra ambos, sabréis que son palabras mayores. La magia de la música, capaz de decirnos mucho más que cualquier imagen o cualquier palabra. O por lo menos de hacernos sentir.

Cada vez que veáis esto vais a sudar sangre.

Gráficos

Lo primero que llamó la atención de Skyward Sword fue el aspecto gráfico, como de costumbre. Estábamos muy bien acostumbrados al aspecto oscuro que lucía Link en Twilight Princess y verlo con un look más animado chocaba (se repite la historia de nuevo). No porque le quedara mal el estilo de acuarela (ni sus pantalones bombachos), sino porque era diferente, simplemente. Pues creedme si os digo que es lo mejor que pueden haberle hecho al juego. Ya desde la intro vemos que este juego rezuma arte por todos sus costados, y eso se tenía que ver reflejado de primeras en sus gráficos. Mirar los escenarios del bosque de Farone o el gran templo antiguo nos hará preguntarnos si no estamos viendo realmente una imagen plana en movimiento. Algo tan simple como ver que la lejanía hace que los bordes de los objetos se difuminen, es mágico, ya que no lo hace como en cualquier otro juego, volviéndolo borroso, sino que da el aspecto de que la pintura está más acuosa. Si habéis pintado con cualquier técnica, habréis visto claramente cómo la pintura se diluye entre el agua dejando unas marcas en los bordes del trazo, algo que se representa a la perfección en los escenarios. No os exagero si os digo que varias veces he tenido que lanzar el teleescarabajo para ver si los fondos eran planos o poligonales, topándome con la agradable sorpresa de ver que todo es producto del maravilloso motor gráfico. Se podría resumir diciendo simplemente que si no te gusta el arte ni lo sabes apreciar, no te gustará el aspecto de Skyward Sword. O si eres simplemente un imbécil sin gusto estético de ninguna clase y prefieres las «gamas de colores» marrón claro, marrón oscuro, marrón verdoso y marrón anaranjado de los juegos de acción de moda.

Diversión y dificultad

Hablamos de un Zelda. Hablamos de una saga en la que es imposible aburrirse. Si no tenemos una historia principal que completar siempre nos quedan todas las secundarias y minijuegos. Cortar bambú, recolectar insectos, encontrar todas las piezas de corazón, las piedras celestiales, los tesoros para mejorar las armas, dar un pequeño y tristísimo concierto para dos personas, las misiones de cada personaje de Altárea…. No se puede decir que nos dejen sin nada que hacer.

El tema de la dificultad ya es más subjetivo. A mí me ha parecido que tiene una dificultad excelente, siendo un reto continuo (sobre todo al principio cuando aun tienes que hacerte con el control) pero que en ningún momento llega a desesperar. No lo toméis como spoiler, sino más bien como un consejo: antes de luchar con el jefe final, haced una copia de vuestra partida en alguna ranura libre que tengáis, porque al terminarla os darán la opción de empezar el llamado «Modo héroe«, que no es otra cosa que una especie de Master Quest como el de Ocarina Of Time. Enemigos que hacen el doble de daño, cosas cambiadas, mayor dificultad, etc. etc., pero que reescribirá sobre vuestra partida, de manera que perderíais todo vuestro progreso. Por eso recomiendo dejar una partida con el jefe final sin terminar y en otra ranura acabarlo y ahí guardar el modo héroe para que no haya llantos. Hacedme caso, que a TruenoOscuro le pasó y ahora le estamos pagando el psicólogo entre todos.

Resumen y nota: Definitivamente es la obra maestra que nadie excepto Aonuma y Fujibayashi se había atrevido a soñar. Miyamoto puede descansar tranquilo sabiendo que deja la saga en sus manos porque de nuevo los alumnos han superado al maestro, y The Legend of Zelda: Skyward Sword se convierte por motivos propios en El mejor videojuego de la Historia. Puede sonar exagerado, lo sé. Pero eso será porque no lo habéis jugado aun. Los que ya lo hayáis hecho y os lo hayáis pasado sabréis de lo que hablo. Es todo lo que (no digo ya un fan de Zelda) un fan de los videojuegos podría pedir.

(La imagen de la cabecera es obra de Link-LeoB)