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Hoy hablaremos de uno de los títulos más polémicos de los últimos tiempos, en concreto al relativo al nuevo episodio de la afamada licencia nipona Devil may Cry de Capcom, que en esta ocasión ha caído en manos de la desarrolladora inglesa Ninja Theory, encargada de hacer trabajos como Heavenly Sword o Enslaved.

Todo el revuelo fue causado precisamente por la occidentalización del protagonista de la franquicia, Dante, algo que la compañía oriental encargó bajo demanda a la desarrolladora para que se hablara del juego y se diera a conocer (al margen intentar que la IP cambiara de aires). Y en efecto, consiguió que los foros de opinión comenzaran a arder con opiniones de índole negativa al respecto. Ninja Theory intentó convencernos de que pese a los cambios el juego merecería la pena, así que comprobemos pues si lograron sus objetivos.

Devil may Cry o DmC, que así se llama este juego, actúa a modo de prólogo de los anteriores, plasmando en pantalla una versión más cinematográfica al más puro estilo de acción americana. Básicamente sería como decir que este último juego fuera el resultado de una adaptación occidental de la saga japonesa (como habíamos indicado, y al parecer esa era la intención propuesta por los creadores), por tanto ese es el sabor que se nos queda.

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Por suerte el resultado no está tan mal en algunos aspectos, adoleciendo en otros tantos, por lo que en conclusión el cóctel final resulta un tanto agridulce.

La trama argumental, dotada por primera vez de un correcto doblaje en español, ciertamente no está muy allá resultando demasiado simple y poco profunda, y no logra cubrir nuestras expectativas. Si bien es cierto que intenta dar una explicación a los inicios del hijo de Sparda, o al menos del cambio de look progresivo hacia nuestro Dante original de estética conocida.

Hablando del sistema de juego en sí, aparte de luchar a diestro y siniestro como es esperable, se nos invitará a fases de plataformeo para alcanzar objetos ocultos mientras avanzamos, secuencias de acción evasiva con el entorno desmoronándose y algún que otro puzzle de fácil resolución.

La jugabilidad ha sido modificada y recuerda a los comandos de Heavenly Sword a la hora de cambiar de arma manteniendo apretados uno de los gatillos del mando. Esto implica que nos va a costar adecuarnos al control al comienzo, sobretodo a la hora de emplear los dos ganchos de agarre. Sin embargo, la propuesta del título nos obligará a afianzarnos con el mismo variando los combos para conseguir la máxima puntuación. Aquí es donde entra uno de los puntos positivos del juego: la cantidad y diversidad de combos disponibles, que premiará al más ingenioso y habilidoso (así como el que complete al 100% el mapeado ya que obtendrá rango SSS permanente en ese episodio).

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Lo cierto es que,  pese a que la tasa de FPS no es la óptima para este tipo de juegos hack’n slash, no hemos encontrado ralentizaciones de ningún tipo en los combates, resultando dinámicos y trepidantes, como siempre. Donde sí las hubo es durante las secuencias de vídeo donde comprobaremos que se descoordina el sonido de repente, no coincide la sincronización labial, los cambios de secuencia se suceden forzosamente, o bien tardan demasiado en cargar las texturas o el juego en sí para dar vida a un nuevo mapeado.

Efectivamente, en esta ocasión se empleó como motor gráfico Unreal Engine, cuyo cénit (más que en las texturas en sí, como certificaréis) se ha basado en crear la destructibilidad del entorno en tiempo real para las secuencias de acción, y en la proyección de efectos visuales de lo más variopinto. Y es que diría que lo mejor del juego son los escenarios, solo unos pocos por desgracia, donde la gran distancia de dibujado se mezcla con los colores más vistosos, creando una sensación artística y creativa bien elaborada. Casi lo mismo se podría aplicar a la originalidad de algún jefe final que nos costará olvidar por  la imaginación aplicada a la acción visual (al igual que algún gag cómico).

No se podría decir lo mismo del diseño de algunos enemigos, sobretodo los más básicos, cuya presencia resulta de lo más vulgar en esta nueva entrega en comparación a lo que hemos ido viendo en la saga. Muy poco trabajado este aspecto. La BSO muy cañera al ritmo de Noisia y Combichrist, para nuestro bienestar, ayudará a minimizar esta sensación durante los constantes encuentros.

El título nos durará entre 10 y 12 horas aproximadamente y cuenta con varios niveles de dificultad por descubrir. Al acabarnos el juego se desbloqueará algún nuevo skin que los fans de la saga agradeceremos, y siempre podremos volver a visitar los capítulos anteriores para encontrar los items ocultos que nos hayamos dejado o aumentar nuestra experiencia para seguir desbloqueando movimientos con tal de variar o potenciar todavía más nuestros combos.

En resumidas cuentas lo que más destaca de Devil May Cry es el trabajo artístico llevado a cabo para algunos escenarios, la devastación de los mismos y la gran combinación de ataques que se puede llegar a ejecutar junto a una intensa composición sonora, en detrimento de la calidad del guión de la trama o de ciertos fallos en el apartado técnico, más que en el nombre del juego o el protagonista en sí mismo (tan chulo como siempre), que bien es cierto que podría haber tomado otro título perfectamente para incluir las mismas características.

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Categorías: Análisis

2 comentarios

Descaragio · 18/02/2013 a las 12:34

Lo único que tengo que decir al respecto es FUCK YOU http://www.youtube.com/watch?v=mFJ45d9ezv4

thofick · 18/02/2013 a las 13:04

@Descaragio
alguien le robo la batidora a skrillex

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