Summer of Arcade Reviews: Insanely Twisted Shadow Planet

Con tan solo una semanita de retraso respecto a la fecha de publicación original, por fin traigo el análisis de Insanely Twisted Shadow Planet, la última obra de Michel Gagné. Puede que a muchos no os suene el nombre de este señor, pero es normal, ya que es su primer videojuego. Pero eso ahora no importa, vayamos a desmenuzar parte a parte este retorcido mundo.

Historia

Independientemente de su aspecto gráfico, lo primero que me llamó la atención del juego fue la ausencia de explicaciones o una aparente historia. Ni escenas de vídeo explicando quién es el protagonista (aunque sí se le ve), ni qué hace su nave en ese planeta, ni nada de nada. Ni se han molestado en hacer la cutrez de textos del genial Braid. Aquí te ponen en la superficie de un planeta y ya te las apañas. Lo más parecido a una historia que veremos durante el juego será cuando vayamos desbloqueando vídeos gracias a los ítems escondidos en cada mundo. No son gran cosa, pero por lo menos están bien hechas.

Jugabilidad

El punto fuerte del juego. Por sencillez y por efectividad. Sencillez porque la premisa del juego es tan simple como ir del punto A al punto B para conseguir un objeto y poder ir al punto C. Por supuesto todo ello aliñado con un buen montón de enemigos de lo más variado y trampas mortales por doquier. Por suerte no se llega a hacer cansino, ya que cada poco rato encontramos una mejora para la nave, vídeos extra, artwork y similares. Y si a esto le sumamos un control igual de sencillo y práctico, tenemos una mezcla sublime. Tanto como que lo único que necesitamos para controla la nave al completo es el joystick izquierdo para movernos, el derecho para apuntar, el botón LB/RB para seleccionar arma y el LT/RT para disparar. La selección se hace con un menú muy similar al de Red Dead Redemption, mediante un círculo en el que veremos las armas disponibles, cuatro de las cuales podremos asignar a nuestro gusto en un botón concreto (A, B , X o Y), haciendo así aun más fácil la tarea de cambiar entre el armamento. Por supuesto no os diré de qué artefactos dispone la nave, mejor que lo descubráis vosotros, pero os aseguro que son realmente geniales (menos el último, que es muy poco práctico).

Niveles

Mucha variedad, aunque en el fondo todos comparten una estética. Fases orgánicas, acuáticas (tranquilos, no hay oxígeno), de hielo, una especie de fábrica alucinante, un lugar a oscuras…. Todos diseñados con un gusto exquisito y con un punto laberíntico, aunque no se llegan a hacer confusos en ningún momento, por más que tengamos que pasar varias veces por un punto con las nuevas mejoras de la nave para acceder a puntos a los que antes no podíamos llegar. En cualquier caso, con aguantar pulsado LB/RB  veremos una flecha que nos indica la dirección a la que nos tenemos que dirigir. Por otro lado cabe decir que en poco rato ves mucho mapeado -en la primer partida de dos horas recuerdo haber hecho un 30% aproximadamente-. La única zona a la que le pondría pegas es a la última, ya que tendremos que recorrerla en completa oscuridad. Con la única ayuda de unos circuitos que brillan en el fondo. En este caso hay que tirar de mapa constantemente para saber hacia dónde ir (además sumadle que tenemos que llevar un aparato por toda la zona y hay un calamar persiguiéndonos sin parar….).

Música

Tan buena como escasa. ¡Y es muy escasa! En las fases escucharemos poco más que una base ligeramente electrónica ambiental. Lo justo para que no escuchemos incómodos silencios. En general no destaca, simplemente está ahí y ya está. Lo curioso es la música que suena en las escenas de vídeo extra y en la secuencia de créditos. Ni más ni menos que  Dimmu Burger Borgir, el mítico grupo de black metal noruego -que por cierto no escuchaba desde hace casi diez años-. La verdad es que durante el juego no me di cuenta, aunque me sonaba muchísimo, pero al ver los créditos todo cuadró.

Gráficos

Qué decir que no veáis vosotros mismos. Maravillosos, espet·taculares, m’he emocionao al vel·los. Se podría decir que son una mezcla de la ambientación de World Of Goo con el aspecto de Patapon, con lo que os podéis hacer una idea de lo que tenemos entre manos. Algunas fases como la penúltima, la fábrica, son una gozada para la vista, repleta de engranajes gigantescos, ruedas, cadenas de montaje, etc etc. Otras, como la de hielo, dan el toque de color y menos oscuro, pero siguiendo el mismo estilo que el juego en general. El diseño de enemigos también es muy destacable. Bichos submarinos que atacan con tentáculos y misiles, bichos que se alteran al estar cerca de la electricidad, bichos que usan un escudo láser, bichos que te embisten, bichos que parecen libélulas, bichos con forma de sierra circular…. vais captando la idea, ¿verdad? En este aspecto, más que en cualquier otro, Michel Gagné se merece un aplauso de los grandes.

Diversión y dificultad

El juego, aun con su aspecto calmado y sencillo, es entretenido a más no poder. No tiene momentos muertos en los que no haya nada que hacer. Por desgracia la dificultad está un poco desnivelada, ya que en algunos lugares iremos de punto a punto como si tal cosa, sin que nos toquen casi, y en otros sudaremos la gota gorda para alcanzar nuestro objetivo (y no miro a nadie, misiles teledirigidos a través de túneles minúsculos….). En cualquier caso, si nos quedamos atascados siempre podemos usar la utilísima herramienta de análisis del escenario. Un rayo que te da información de los objetos o enemigos a los que apuntas, con lo que fácilmente sabremos si ese objeto o enemigo es vulnerable a una u otra arma. La duración aproximadamente rondará las 5-6 horas.

Resumen y nota: Un juego excelente, con una estética bestial pero con un único y gran problema: su precio (1200MSP).