La loca aventura de Topofarmer probando lo próximo de Wii U y 3DS

Si me leéis por Twitter, sabréis que ayer estuve en un evento de Nintendo donde nos dejaron probar la mayoría de juegos que están en camino tanto para Wii U como para 3DS. Juegos como Super Mario 3D World, The Wonderful 101, Sonic Lost World, Brevely Default y compañía.

Seguramente querréis que os cuente qué tal los juegos, un avance y demás, pero os vais a quedar con las ganas. Al menos hoy, porque quiero hacer un par de ellos, pero bien, no algo rápido. Así que para compensaros aquí va la crónica de mi día. Hablo de los juegos, pero también de más cosillas.

Os aviso, es un ladrillo de los guapos. No espero que nadie se lo lea, pero sería bonito. Ah, y las fotos están hechas un poco de estrangis con el móvil, así que dan bastante cáncer. Pero si pincháis en ellas se amplían. Magia.

Antes de empezar iba con la mentalidad de «pues esta segunda parte de año pinta bien, con juegos bastante chulos». Ahora no, ahora estoy tal que así:

Salí más contento que unas castañuelas del evento. Pero bueno, yo soy feliz con lo que sea, así que tampoco sé si vale de bueno. Ahora vamos un poco más en serio con la crónica de mi día.

Como buen nintendero de pro, me levanté pronto para acudir a la llamada de la selva Nintendo. A las 6 exactamente, porque mi bus a Madrid salía a las 7.30. Hice el desayuno de los campeones con una marca de cacao muy famosa en España pero que no diré para no hacer publicidad gratuita y me fui para el bus. Incluso estrené ropa, una ocasión así no se merece menos.

Por supuesto, estuve las dos horas y pico de viaje durmiendo, porque a ver qué hacía yo ese tiempo en un bus, con el 3G del móvil yéndose cada medio minuto. Llegé a eso de las 10 a la estación de buses y fui rezando hasta la boca del Metro para que mi bono mensual caducara el día siguiente, y así ahorrarme el dinero de los viajes. Y tuve suerte, caduca hoy el pase, así que pude entrar sin pagar.

Como quedaba un buen rato me fui a la nueva cadena de electrónica donde no son tontos que tampoco diré sin que me paguen que han abierto en la Castellana, para ver qué se cocía. Total, no tenía nada mejor que hacer. Cuando terminé de mirar el cajón de sastre y comprobar que hay más juegos de High School Musical sin vender que personas tienen una Vita, me fui al super a picar algo. Pero la mierda que había ahí no tenía apenas bollería, así que me compré un agua y al evento que fui.

Mi sesión empezaba a las 12, así que llegué a eso de las 11.55. Es de mala educación llegar tarde a los sitios, niños. Entré pensando que estaría lleno y tocaría hacer cola, como pasó el año pasado, pero gracias a Miyamoto no era el caso. También gracias a que Nintendo Ibérica hizo tres turnos (dos ayer y uno hoy) de un montón de horas, para poder esparcir mejor a la gente.

Pero el caso, los juegos. Como las consolas sí tenían gente y no me apetecía esperar, me fui a la zona de portátiles. Ahí, abandonaditas las pobres sin nadie que las tocara. Pero ya llego yo, tranquilas. Y empecé con… Bravely Default.

Sí, el mismo Bravely Default que llevaba pidiendo eones desde su anuncio en Japón hace casi dos años. Me puse a jugarlo (era la versión japonesa) y como no entendía una mierda, pues tampoco me estuve mucho tiempo. ¿Qué vi? Unos escenarios preciosos dibujados a mano en la ciudad y que con efecto 3D se me caía la baba.

Como un señor no me dejaba salir de la ciudad (eso deduje de esas letras imposibles) di una vuelta «hablando» con todos, hasta que el Rey me dijo que saliera. O igual no, no lo puedo saber. El caso es que el guardia se fue de la puerta y salí a… un mapa de Final Fantasy clásico. Ya sabéis, tu personaje gigante corriendo por el mapa, atravesando bosques y llanuras hasta llegar a la siguiente ciudad.

Luego llegaron las combates, contra unos bichos raros que ya no me acuerdo ni de qué eran. Turnos, ataques y magias y una música… qué señora música. Y por si no parecía ya suficientemente un Final Fantasy de los viejos, sonó esto.

No me quise entretener mucho más porque no iba a entender nada y había más juegos que probar, pero salí más que encantado. Era justo lo que quería, un jrpg de los clásicos, de esos que tantas horas me han tenido enganchado.

De ahí pasé a Yoshi’s New Island. Bien los gráficos, mal el que al ser una versión demo no se pudiera cambiar el control para lanzar un huevo al soltar el botón, pero seguro que en la versión final dejan elegir. El juego es un Yoshi’s Island. No tiene más, si habéis jugado a los otros sabréis perfectamente de qué va. Y por cierto, vaya efecto más chulo en 3D le han puesto.

¿Y qué me esperaba al lado? The Legend of Zelda: A Link Between Worlds.

Lo que más me sorprendió fue la fluidez que tenía el juego. Más allá de si me gusta más o menos el estilo gráfico (a mí me gusta), el juego se movía y controlaba tremendamente bien. Daba gustillo jugar y todo. Maté unos cuantos guardias, dí veinte vueltas al mapa y me metí en la mazmorra. Es la misma que habéis visto en cincuenta mil gameplays, la que tiene varios niveles y saltamos con los bloques felices esos. Había que usar la habilidad de convertirse en dibujo, por cierto.

En general muy bien todo, pero ya os contaré más en profundidad más adelante. O no. Depende de la pereza que me dé.

Creí que ya era momento de dejar las portátiles, aunque aún tenía Inazuma Eleven 3, Layton 6 y Ace Attorney 5 sin probar, pero tampoco creo que me perdiera nada nuevo.

Era el turno de Wii U, así que me fui a la única consola que no estaba ocupada, la que tenía Donkey Kong Country: Tropical Freeze, la secuela de mi GOTY 2010. Una pena que sólo se pudiera jugar usando Wiimote + Nunchuk, y no sólo el Wiimote en horizontal, porque es como me gusta jugar a mí los plataformas 2D. Pero bueno, con el juego me lo pasé pipa, cómo no. Puede ser más de lo mismo en muchas ocasiones, pero dudo que me canse alguna vez de ello, así que por mí que sigan.

Detrás de mí tenía la consola con Mario Kart 8, y como ahí es mejor jugar acompañado, me puse a ello con Jose Luis, uno de los PR de Nintendo, y bajo la atenta mirada de un señor con el pelo corto. Ese señor con el pelo corto resultó ser Jarkendia, de Vidaextra, que como siempre le había visto con el pelo más largo, no le reconocí.

Bueno, el caso, Mario Kart. Tonto de mí elegí a Waluigi sin pensarlo ni un segundo en la pantalla de selección, sin fijarme en que iba montado en una moto. Pensaba que en la demo se podría elegir si querías moto o kart para cada corredor, pero no, así que me tuve que tragar las tres carreras con ese aborto de la mecánica que son las putas motos del MK.

Los circuitos son los que ya se han visto en tráilers. El primero, el circuito Mario estaba bien pero no era nada realmente nuevo. Había zonas donde cambiaba la inclinación, pero casi ni se notaba. En el siguiente, el de la ciudad, ya se empezaban a notar más esas zonas. Siempre y cuando no me metiera por las vías del tren y pasara del 2º al 10º puesto por quedarme sin saber por dónde salir, claro. Pero fue el último, el de la Mansión de Luigi, el que me dejó con el buen sabor de boca. El nivel se bifurca constantemente, hay agua, hay zonas de vuelo, hay un montón de zonas donde unos corren por las paredes y techo y otros por el suelo… Es como si hubiesen metido todas las novedades en ese circuito. Y qué genial es. Por cierto, me comentaron que tendría online a 12 personas.

Como ya había reconocido a Jarkendia, pues a jugar juntitos a Super Mario 3D World. Nos pasamos cuatro niveles, alternando el control entre los cuatro personajes para ir viendo cómo cambiaba. ¿Qué nos encontramos? Puñaladas traperas, Jarkendia muerto porque yo le tiraba del escenario, yo muerto porque él saltaba sobre mí y me caía, un traje de gato bastante cachondo y un juego divertido. Y una Peach a la que le cambia el vestido cuando coge el poder de fuego. Y una zona de bonus donde cogías una planta piraña en una maceta y te comías a otras plantas. WTF.

El juego de 3DS era genial y este no creo que se quede atrás. Pero sin duda el multijugador es lo mejor que podían haber incluido, porque es lo más divertido. Por cierto, a veces echaba en falta un poco el 3D de la consola y me daba cuenta de lo útil que era en 3D Land para saber dónde estaba el personaje y demás.

Cuando terminamos los niveles y matamos al jefe final serpiente morada rara, acompañé a ver a Jarken jugar a Sonic Lost World.

Según me dijo, lo veía todo muy caótico. Yo no lo probé porque había otras cosas que me llamaban más, pero me fío de su palabra. Sí que lo veía un poco lento yo, pero me gustaría probarlo para hacerme mejor idea.

¿Y por qué no probé Sonic, con la buena pinta que tiene? Pues porque al lado tenía… Bayonetta 2.

Al lado tenía a un amable representante ¿italiano? de Nintendo Europa que me preguntaba si había jugado ya antes y luego hacía comentarios sobre el pelo de Bayonetta. También se dedicó a aguantar como un campeón mis preguntas sobre el juego, sobre otros títulos y dudas que tenía. Muy majo él, que además llevaba una camisa horrible, que luego me fijé en que tenía Pikmins dibujados. Mejor camisa ever.

El juego pues es lo que me esperaba, más Bayonetta, más sin sentido y más genialidad de Platinum. Incluso al final me dediqué a practicar el medievo con el ano de un Gomorrah un poco cabreado. También había zonas en las que Jeanne te ayudaba, momento que aprovechó el representante para comentar de nuevo su pelo. Era un pelófilo.

Y después de un buen rato matando de todo llegó lo mejor del día. Del mes. Del año. The Wonderful 101.

Qué maravilla. Qué divertido. Qué todo. Lo probamos en multijugador Jarkendia y yo, y luego le dí un ratillo yo sólo y si mis ganas de comprarlo ya eran bastantes, ahora son incluso más. No voy a hablar mucho más porque mañana quiero hacer un avance en condiciones, porque fue lo que más me sorprendió y gustó de lo probado, así que quiero hacerlo bien.

Por cierto, el jugarlo me sirvió para que Kamiya se pusiera contento al responderme en Twitter. Tal magno evento formará parte a partir de ahora de mis currículum y de cualquier documento oficial que presente, a ver si así me conceden una hipoteca sin aval, o algo.

Y se acababa, eran ya casi las dos así que tocaba irse. Me metí en el ascensor, bajé me puse las gafas de sol y… ¡¡¡¡NOOOOOO!!!! ¡Me había olvidado de probar Wind Waker HD! Vaya fail de día. Triste y machacado por dentro me fui en dirección al Metro, preguntando por Twitter si había alguna cadena de hamburgueserías con unos arcos dorados como logo cerca de la estación de buses, pero nadie contestó.

Pero el karma es justo, y por la putada de Wind Waker se me recompensó con un rayo de luz que bajó del cielo y se posó en la puerta de un Foster’s Hollywood (esto sí lo digo, para que vayáis más todos), iluminando el cartel del menú diario. Tenía tiempo, tenía dinero y tenía hambre, así que ahí que me fui.

Después de una comida más que buena tocaba volverse a casa, y eso significaba pillar el Metro. Como tenía que coger la línea circulas, sabía que tocaba bajar varios pisos. Pero joder, parecía que estaba descendiendo al Inframundo. Bajé chorrocientos mil pisos y cada vez la temperatura era mayor, hasta llegar al andén y entrar al tren, un auténtico horno.

Con ocho kilos menos por lo que había sudado ahí dentro llegué a la estación de buses, y ya por fin me despedí de Hace-mil-grados-y-no-corre-el-aire City y pude volver a Burgos, donde hacía bastante mejor y se podía estar en la calle. Y aquí se acaba la crónica de una aventurilla rápida para viciar.

Si has leído hasta aquí, gracias. Si no, no te voy a decir nada porque tampoco lo ibas a leer.