Análisis Tomb Raider: Definitive Edition (PS4)

Tomb Raider tiene el «honor» de ser el último juego que jugué en mi Xbox 360 y el primero que juego en PS4, un año más tarde. Ahora con su versión mejorada Tomb Raider: Definitive Edition, claro. Y aunque ya comenté en su día lo que me pareció el juego, voy a ampliarlo un poco ahora con esta versión definitiva.

La principal, y casi única, diferencia entre esta versión y la ya existente en la generación anterior es el aspecto gráfico. Porque sí, la diferencia es bastante notable y ahora se ve de lujo, y a un framerate bastante bueno en PS4. Todo ha recibido su correspondiente mejora gráfica, desde personajes a escenarios y efectos.

Es en los escenarios donde quizás más se nota, y en la claridad con la que se ve todo en pantalla. Ahora ma´s que nunca es cuando se pueden apreciar esos escenarios exteriores enormes, con un montón de vegetación, detalles en los edificios y esa sensación de naturaleza salvaje que da el juego sobre todo en sus primeros compases.

Antes ya me parecía un juego muy espectacular visualmente, pero ahora es mucho mejor. Aunque los personajes sí destaquen sobre el escenario y se note que son parte de un videojuego, y por desgracia a veces parezca que son muñecos de plástico, los escenarios sí que son para quitarse el sombrero, y más de uno parece una postal. El ambiente natural está muy bien conseguido y es para mí de lo mejor que ofrece esta nueva edición.

El cambio que no me ha gustado tanto es el de Lara. Le han cambiado la cara, no sé muy bien por qué razón, y según en qué planos parece que tiene como demasiada barbilla, lo cual le da un aire un poco… raro. Aunque tampoco es algo que moleste, porque en general se ve estupenda y con un pelazo que parece recién salida de un anuncio de Pantene, gracias al TressFX. Otra cosa es cómo estando ella hasta el cuello de mierda, sangre y heridas siga teniendo el pelo limpio y brillante, pero bueno.

Quitando el apartado gráfico la verdad es que esta Definitive Edition poco tiene que ofrecer en otros campos. La aventura es la misma sólo que ahora además podremos cambiar de atuendo a Lara en los campamentos. Creo recordar que esos trajes eran antes parte de algún DLC de pago, y ahora están incluidos desde el primer momento. No aportan nada, pero bueno, tampoco sobran.

Para lo que sí me ha servido esta versión de PS4 es para poder probar el online a fondo, algo que no hice en su día. Y ahora recuerdo por qué: partidas descompensadísimas, lugares especialmente hechos para camperos (a los que es imposible matar, porque sólo se puede acceder por la zona donde apuntan), objetivos aparentemente sin sentido… Un desastre que espero no tener que volver a jugar nunca más. Menos mal que es un modo de juego que se metió con calzador y no aporta nada, porque sinceramente el juego sería mejor sin él.

Lo malo de que Crystal Dynamics apostara por un juego tan lineal es que hay pocos alicientes de volvérselo a pasar. Ya sabes de antemano qué va a pasar, dónde tienes que ir, qué tienes que activar y demás. Hay muy poco espacio para la sorpresa y lo único que queda es centrarse ahora en recoger las cosas que se te pasaron en una partida anterior.

Tomb Raider: Definitive Edition es, como su propio nombre indica, la versión definitiva del juego original con el que Crytal Dynamics sorprendió el año pasado. Es largo y divertido, aunque poco tenga que ver con los Tomb Raider de siempre. Ahora se apuesta más por la espectacularidad y en esta versión mejorada visualmente, más.

El problema es que más allá de eso, el juego es el mismo de hace un año, y el ser tan lineal no invita demasiado a volverlo a jugar. Pero si no lo jugasteis en su día y ahora tenéis la oportunidad, es el momento perfecto.