Análisis Forza Horizon 2 (Xbox One)

Cuando hace unos años Playground Games lanzó un spin-off más arcade y en mundo abierto de la saga Forza de Turn10, poca gente esperaba que llegase a eclipsar la saga principal. Ahora que tenemos una máquina más potente han vuelto a coger ese concepto eliminando barreras y han hecho que Forza Horizon 2 sea una auténtica joya.

Mi relación con los juegos de conducción es difícil, o me resultan muy olvidables o me vuelven loco, y Forza Horizon 2 es sin duda del segundo grupo. Una de las cosas que menos me atraían del juego era que fuese en mundo abierto, porque suele traducirse en entornos sosísimos donde viajar de un punto a otro es un mero trámite. Aquí es justo al contrario, viajar por el mapa es una auténtica gozada. Además de tener unos paisajes sublimes y muy poblados de objetos destructibles donde podemos tomar cualquier tipo de atajo, el sistema de puntuación que nos premia por derrapar o dar saltos recuerda enormemente a Project Gotham Racing, que en paz descanse, y el entorno está lleno de actividades por hacer como fotografiar todos los coches del juego, encontrar los carteles desperdigados o participar en las “experiencias vitales”, que son retos como conseguir cierta puntuación o llegar a un destino antes de que acabe el tiempo en coches especiales.

Otro de los puntos clave del mundo abierto de Horizon 2 es que la mayoría de coches que nos encontremos son los drivatares de nuestros amigos y gente random de Xbox Live. Un drivatar es en la teoría un piloto virtual que se comportaría como lo harías tu, aunque en la práctica es básicamente una IA aunque más arriesgada (capaz de atajar por las colinas y demás) pero mola mucho competir offline contra tus amigos. Lo bueno es que podemos retar a cualquier drivatar que nos crucemos a una carrera para ver quien llega antes a un sitio sin ningún tipo de ruta que nos limite.

La idea del juego gira en torno a un festival que transcurre por diversas ciudades. Lo primero que hacemos es elegir un tipo de campeonato basado en los coches que participen, y gracias a los más de 200 coches hay muchísima variedad (supercoches, clásicos, todoterrenos…). Cada campeonato tiene 4 carreras que pueden ser o bien circuitos cerrados o rutas en las que tendremos que ir atravesando puntos de control. Los eventos de ruta son mucho más agradecidos por el tipo de juego, pero echo en falta que hubiese rutas completamente libres como en las carreras de los drivatares. Cuando terminemos el campeonato todos los conductores iremos en manada al siguiente destino para elegir otro (hay más de 160), lo que crea una sensación de continuidad genial que nunca se podría hacer en un juego sin mundo abierto.

Para ir de un lado a otro, además de usando el típico mapa o “viajes rápidos”, tenemos un GPS interactivo que funciona con Kinect. Podemos llamar a Anna para que nos marque el evento o garaje más cercano o nos de ideas de que hacer. Que nos haga caso es otra historia, yo he gritado tantas veces Anna que mi vecina ha pedido una orden de alejamiento.

La conducción como tal me parece una delicia, bastante arcade para dar diversión sin complicaciones pero manteniendo una base de simulación ligera donde se nota perfectamente el tipo de tracción de cada coche, su suspensión y demás. Me recuerda una barbaridad a PGR, ya que se premia casi tanto el estilo conduciendo como la habilidad. Como siempre en FORZA esto también es personalizable, podemos hacer que los daños sean estéticos o afecten al rendimiento, usar cambios de marcha manuales con embrague… Cuantas menos ayudas tengamos más dinero ganaremos.

Uno de los pilares de los FORZA siempre ha sido la personalización. Podemos crear el diseño que nos apetezca a base de figuras y luego aplicarlo a cualquier coche o compartirlo (el talento de la gente para estas cosas es impresionante, yo no paso de dibujar penes). También ajustar el rendimiento de los coches modificando el alineamiento de las ruedas, la suspensión, la relación de marchas… Y comprar todo tipo de piezas para mejorar el motor, neumáticos, reducciones de peso… Si no queremos meternos en el fregado de elegir cada pieza también tenemos unos packs de mejoras automáticas, o buscar la configuración de algún otro jugador.

El apartado gráfico en conjunto es estupendo para un juego de mundo abierto. Todo está lleno de árboles, globos aerostáticos, raves nocturnas o público en 3D que a toda velocidad, quedan muy bien. Es cierto que si nos ponemos a mirar los árboles vemos que tienen cuatro ramas, que las texturas de las casas son como cartulinas o los bajos de los coches son dignos de un Scalextric. Pero insisto en que al conducir las carencias no se notan demasiado y forman unos paisajes muy bonitos. El clima dinámico también le sienta genial, ver como se acercan las tormentas, los atardeceres o las sombras que proyectan las nubes en las montañas del horizonte hacían que no quisiese soltar el mando.

El sonido es importantísimo en Horizon, ya que el juego es un festival de música y coches. Y aunque tenemos distintas emisoras de radio temáticas (de música electrónica, clásica, independiente…) echo muy en falta poder crear una emisora con mi propia música.

Otro de los aspectos más importantes de Horizon es su conectividad. Quitando el típico juego online, lo que realmente me ha gustado es como todo está enlazado con tus amigos. Además del sistema de drivatares que ya he comentado, cada vez que terminamos una carrera podremos retar al fantasma de alguien que tenga un tiempo algo mejor que el nuestro (si lo superamos, al siguiente y así), cada vez que crucemos un radar nos dirá nuestra posición respecto a nuestros amigos, cada vez que compremos un coche nos aparecerán los diseños creados por la comunidad con mejor valoración. Podemos crear clubs de hasta 1000 jugadores y ganar experiencia para ellos, con sus propias clasificaciones. Tenemos exhibiciones donde poder ver (y comprar) los coches de otros pilotos. Un montón de detallitos que hacen que aunque juguemos solos no nos sintamos así.

Forza Horizon 2 es el mejor juego de conducción que he jugado en años. Es la mezcla de los Forza clásicos con los geniales Project Gotham Racing sumando un mundo abierto lleno de vida. La cantidad de actividades por completar y coches que conducir es altísima, y hacerlo es pura diversión. Es el primer imprescindible de Xbox One.