Análisis Disgaea 4: A Promise Revisited (PS Vita)

A falta de sangre, buenas son sardinas.

Disgaea es una franquicia polarizante. Por un lado dispone de tantas cosas divertidas que clasificaría en un juego sobresaliente. Por otro lado, hay tantas mecánicas, rarezas y mensajes contradictorios que me impiden «adorar» este juego. Sin embargo, antes de que me lapidéis por ser tan crítico con este juego, os pido que sigáis leyendo y comprendáis mi frustración.

Como siempre, comencemos desde el principio. Disgaea es una reconocida franquicia de RPG estratégico por turnos (para quien se pierda, estilo Final Fantasy Tactics o Fire Emblem) desarrollada por Nippon Ichi Software. La primera entrega llegó a PlayStation 2, tuvo varios ports a otras consolas y podríamos decir que ha cosechado éxitos en ventas. Que no es poco para un título de nicho.

La versión que analizo esta vez es una versión mejorada y ampliada para PS Vita, con todo el DLC de  la entrega de PlayStation 3, pero varios escenarios nuevos y muchas características de agradecer. Recoge todas las buenas ideas de los juegos anteriores y las mezcla en Disgaea 4.

Lo que me frustra de Disgaea 4 es que es demasiado complejo y dispone de excesivas reglas que hay que saber aprovechar vilmente. Los primeros episodios actúan a modo de tutorial largo para hacerte con los controles del juego y las diversas mecánicas. Aprendes rápidamente que debes situar a tus secuaces estratégicamente para realizar ataques combinados que infligen más daño. Después te enseñan que los monstruos se pueden fusionar y convertirse en gigantes, pero también se pueden unir a humanos para servir de armas.

Existen ciertas probabilidades de recibir un contraataque. También de recibir un contra-contraataque. E incluso de un contra-contra-contraataque. Y también un contra-contra-contra-contraataque. No estoy bromeando. Ciertos personajes importantes disponen de habilidades especiales que se ejecutan en línea recta, en forma de T… que pueden subir de nivel con puntos de maná. Los enemigos y los aliados se pueden levantar y lanzar. Los Prinnies (los simpáticos pingüinos) explotan al caer. Sin olvidar que puedes levantar a personajes que ya están levantando a un personaje. Ríete tú de los castellers.

También hay elementos del escenario que se pueden destruir, los geoblocks: unos bloques de colores que afectan al escenario o a los personajes si te mantienes de pie en las zonas que colorean. Si los colocas estratégicamente puedes destruirlos para realizar combos ridículamente altos y hacer daño al enemigo. Y cómo podemos olvidarnos del Gobierno de España Corruptment, un apartado especial del juego donde puedes sobornar a políticos para amañar votaciones de leyes. Esto te permite modificar ciertas reglas del juego (como abaratar las tiendas) y expandir tu conquista del mundo e inframundo.

Pero ojo, que hay más. Hay muchísimas cosas que hay que tener en cuenta. Cada vez que juego, incluso bajando la dificultad, me siento idiota o como si no supiera sumar dos y dos. Lo he comparado con otros juegos de estrategia: Fire Emblem Awakening, por ejemplo, es difícil en sí porque necesitas planear paso a paso. Un error y tus compatriotas sufren la peor de las muertes. Disgaea 4 te satura con excesivas reglas. Como si necesitaras resolver una derivada antes de mover una ficha de ajedrez. No se me ocurre otra cosa más difícil, es que soy de letras.

El problema de exigir tantas reglas y mecánicas es que necesitas saber aprovecharlas al 110% si quieres avanzar sin aburrirte haciendo las mismas misiones una y otra vez. Pero, aun conociendo toda esta sobresaturación… es un juego extremadamente adictivo y divertido. Me encanta el hecho de que sea muy flexible. Puedes retroceder todos los pasos en cualquier momento por si has cometido un error, y ejecutarlas cuando tú quieras. La función «Ejecutar», como su nombre muy bien indica, ordena realizar todas las acciones que has mandado hasta ese momento.

Que me gusten los juegos con estética manga no es algo que oculte. Los diseños de los personajes se mantienen con el mismo estilo artístico de las entregas anteriores; la palabra que mejor lo define es desenfadado. Todas las secuencias disponen de sprites exquisitamente animados que lucen de manera espectacular en la pantalla de la Vita. Se mueven con soltura y gracia. Me gusta sobre todo la expresión facial malvada kawaii de Valvatorez. Al final de cada episodio, además, sale un personaje hablando sobre el próximo episodio; como si los hubieran sacado de un anime, vaya.

El humor que derrocha el juego es soberbio. Nuestro protagonista Valvatorez es un personaje entrañable y excéntrico que se hace querer desde el principio. Es un vampiro movido por una promesa que cumplirá sea como sea. Ese sentido tan inconsciente es lo que le lleva a muchas situaciones cómicas en el juego y a descubrir cosas interesantes sobre su comida favorita: las sardinas, que si bien sabemos que Valvatorez es un vampiro, no puede tomar sangre. Una historia tan alocada y fuera de lo común que no se toma en serio a sí misma y que sirve para relajar la tensión producida por las difíciles batallas.

He de decir, para concluir, que todo lo que oferta este juego puede durarte años en tu PS Vita. Como siempre, no es hasta el párrafo final en el que tengo que lamentar que está únicamente en inglés, pero si no eso no te importa, o eres un fan de la saga, lo vas a disfrutar más que los tres anteriores juntos en versión HD remasterizada. Advierto también a los novatillos, porque se le puede atragantar a quien no tenga tanta experiencia en esta clase de juegos. Solo lo recomendaría para pacientes expertos. Una compra muy necesaria para quien tenga una PS Vita muerta de risa, sin duda. Me remito a la primera línea de mi análisis: a falta de sangre (variedad de catálogo), buenas son sardinas (juegos nicho a cuentagotas).