Análisis Stories: The Path of Destinies (PC)

Hoy os traigo otro indie que entra por los ojos… y ya.

Stories: Path of Destinies me llamó la atención en el momento en que pisó las novedades de Steam. Sólo estaban las capturas y me recordó mucho a Wind Waker estéticamente hablando y a mí si un juego es bonito artísticamente me ha ganado, como por ejemplo Hyper Light Drifter, así que este análisis estará enfocado a por qué no os debéis dejaros llevar visualmente por este juego.

La historia nos pone en la piel de Reynardo, un zorro ladrón retirado que consigue un libro capaz de truncar los planes de obtener la vida eterna del emperador, y aunque la historia es cliché a más no poder, en la forma en la que nos la cuentan reside el verdadero encanto de este juego.

El narrador será la voz de todos los personajes y su aparición será constante, lo hagas bien o mal siempre tendrá algo que decir y lo sorprendente es que nunca te dirá lo mismo dos veces en los veinticinco finales distintos que tiene este juego. Esto puede que te suene si has jugado al Bastion ya que la idea es la misma, salvo que esta vez el narrador esta cargado de humor negro y mala baba.

Y si, habéis leído bien, el juego tiene veinticinco finales distintos. Y aunque no es necesario conseguirlos todos para hallar el final verdadero, siempre está el «qué hubiese pasado si…» que te hará repetir la historia veinticinco veces para saber como termina. Aunque tranquilo, llegar a cada uno te tomará unos veinte minutos.

La razón de usar imagenes en español e inglés es esta.

Y es por esta misma razón por la que el juego cojea de una forma estrepitosa. Los desarrolladores, en un gesto de piedad al jugador y cansados de juegos que les obligan a conectar dos neuronas de su cerebro para pulsar más de un botón a la vez, decidieron que el juego estaría compuesto por cuatro enemigos. Da igual la zona, cuatro que se repetirán hasta la saciedad. Estarás pensando que en un juego de este tipo habrá jefes al final de cada nivel, pero tampoco. No los hay.

Este es para mí el fallo más bestia a nivel jugable. El juego a medida que avanzas no se vuelve mas complicado, si no mucho más sencillo. Cuando tenías que usar un gancho para quitar escudos te dan una gema que simplemente los rompe, cuanto tenías que esquivar consigues una habilidad que para el tiempo cada vez que haces un contraataque (los cuales se hacen pulsando el mismo botón de atacar) y esto hace que cada batalla sea un simple espectáculo de chispas y explosiones que harían palpitar al mismísimo Michael Bay. El juego está pensado para entrar por los ojos, cosa que hace genial, y ver a alguien jugar es divertido, pero si te fijas en su mando sólo estará apretando un botón.

Lo que hubiese ganado con el simple hecho de poder saltar entre plataformas sería abismal. O un mísero enemigo final, cualquier cosa que no sea el mismo enemigo una y otra vez a lo largo de las seis horas que he tardado sacar el final verdadero.

Me creo que esto esté pensado para que la gente se pueda pasar el juego las veinticinco veces sin agobiarse y poder empaparse en la historia que como ya he dicho, está genial. Es un cuento infantil pasado de rosca con chistes que un niño no pillaría, pero es muy repetitivo y extremadamente fácil para cualquier jugador que haya cogido el mando de una consola más de una vez. La decisión de simplificarlo a tantos extremos me parece ridícula y de verdad espero que si se atreven con otro hack and slash se den cuenta de que la mayor parte de su mercado serán jugadores que desearían volver a jugar a los Spyro o Crash Bandicoot de antes de Activision.

El juego me ha parecido gráficamente brutal, la historia esta contada de forma magistral y ningún final es despreciable, de hecho la mayoría son mucho mejores que el verdadero. Pero desgraciadamente aquí hemos venido a jugar.