Análisis Rodea: The Sky Soldier (Wii U)

A veces, que un gran proyecto tenga detrás un gran nombre respaldando tu juego no significa que vaya a despegar con éxito. Tras el salto, mayday, mayday, nos vamos a estrellar contra el suelo.

Este análisis va a ser breve debido a la frustración que produce empezar con ilusión un juego de Yuji Naka y que pronto se vuelva pedazos. Todo comienza con una premisa prometedora: el de surcar los cielos maniobrando como un avión, quedarse embobado admirando los bellos paisajes de altura y machacando robots. No hay más que ver tres o cuatro capturas de pantalla y cualquiera puede reconocer a kilómetros que esta aventura aérea estaba contemplada como una carta de amor a NiGHTS into Dreams y Sonic. El problema llega cuando te montas y descubres que el viaje no es como te lo habían pintado.

Rodea: The Sky Soldier parece bonito a primera vista, pero es una experiencia frustrante.

Rodea: The Sky Soldier no tiene nada que lo haga particularmente divertido. El tutorial es una declaración de intenciones que consigue cortarle el rollo a cualquier persona que quiera darle una oportunidad. Las mecánicas de vuelo son un berenjenal y no cuajan. Es un error de diseño tan fundamental como invertir los botones de saltar y correr en Super Mario. Apuntar es un engorro porque la velocidad de la cámara y del personaje son confusas. La cámara en sí se mueve en dos velocidades: demasiado lento o demasiado rápido, sin olvidar que es imposible realizar movimientos de vuelo precisos. Es hasta difícil intentar golpear a los enemigos porque no se puede calcular bien la distancia, y parte de la culpa reside en la mala implementación de sombras. Diría que, quienquiera que encuentre diversión en este juego, gracias a la variedad de medallas secretas, mejoras para el personaje y contenidos que desbloquear, podría alargarse unas 20 horas. ¿Merecería la pena? Lo dudo.

Las mecánicas de vuelo no funcionan, y eso tiene delito en un juego que básicamente va de volar.

Gráficamente es chocante. Yo no suelo castigar a los juegos por su aspecto gráfico siempre y cuando sepan transmitir y combinar su estilo con lo que hacen divertido al juego. Rodea: The Sky Soldier estuvo en un limbo de desarrollo durante más de cinco años y se nota, porque es feo de narices. Las texturas tienen una resolución horrorosa y dan ganas de vomitar cuando estás en el suelo y ves líneas rectas en polígonos que intentan representar bloques de tierra. Hace muy buena pareja con el apartado sonoro, ya que las repetitivas melodías y efectos de sonido ásperos combinan muy bien. Es especialmente molesto el sonido que se produce al deslizarse por el aire; si no lo podéis deducir a estas alturas, el juego principalmente va de volar y de escucharlo uno se cansa pronto. Si pudiera decir algo positivo del juego, es que los diseños de los personajes son muy monos, sobre todo el de la encantadora Ion, que nos acompañará en el tabletomando.

Aunque gráficamente sea una pena, la dirección artística destaca por su estilo encantador.

Rodea: The Sky Soldier, en definitiva, necesitaba un mantenimiento profundo y sin embargo han querido hacer volar un avión con los restos que quedaban de lo que había imaginado Yuji Naka. Los conceptos en sí podrían haber funcionado bien, pero en este intento de juego la ejecución ha sido paupérrima y tiene el honor de convertirse en el peor juego que he tenido el «placer» de analizar en 2015 y parte de 2016.

El juego tuvo un lanzamiento peculiar, y es que la prometida versión de Wii viene incluida con la compra del juego físico de Wii U. Este análisis solo contempla la versión digital de Wii U, pero según he podido ver, la versión de Wii ha tenido una recepción notable y es muy probable que se disfrute mejor que la de Wii U.