Análisis Skyrim Special Edition (Xbox One)

The Elder Scroll V: Skyrim fue uno de los juegos más grandes en todos los sentidos de 2011, pero cuando se anunció su remaster este E3 me parecía muy tardío e innecesario. Ahora estoy disfrutando el juego muchísimo más de lo que hice en su momento.

Descubre el secreto que no quieren que conozcas.

Siempre he sido consolero, nadie es perfecto, y cuando compré Skyrim para 360 lo hice a sabiendas de que los mods de PC siempre le habían dado otra vida a la saga. Recuerdo el dolor de huevos que era ver en casa de un amigo las mejoras y añadidos que hacía la comunidad para luego volver a la mía y derramar lágrimas sobre el mando.

Justo eso es lo que justifica esta remasterización para One, que tenemos hasta 5GB para viajar al país de los sueños instalando mods. En PS4 la cosa es más fea por limitaciones de Sony (2GB sin poder usar assets externos) pero también está bien. La lástima del asunto es que los mods (hasta los que sólo son visuales) anulan los logros y eso hace llorar al niño Jesús.

Y es que el remaster como tal no es para tirar cohetes, especialmente comparado con las versiones modificadas que podíamos jugar hace más de cuatro años. Además de las mejoras de rigor de resolución, texturas y estabilidad (aunque sigue habiendo bajones de FPS) se ha ampliado el campo de visión, mejorado los efectos meteorológicos, el agua ahora sigue cauces y otras cosas de las que sinceramente no me hubiera dado cuenta si no las hubiese leído.

The Elder Scrolls y Fallout siempre han basado su músculo en que hasta una simple moneda pueda aparecer y ser arrastrada por el mapa en lugar de tener graficotes, pero artísticamente Skyrim es una pasada y con cualquier mejora ya justifica que me pase media partida rogándole a Cortana que saque capturas.

Explicar Skyrim a estas alturas suena innecesario, así que seré breve: es un RPG con un enorme mundo abierto donde tenemos una libertad de acción tal que nos permite por ejemplo forzar la cerradura de tiendas para entrar y robar hasta obtener el dinero con el que comprar una casa en la que poder acoger a un niño adoptivo que asesinaremos en el sótano.

La historia es el cliché del héroe legendario largamente presagiado que puede salvar el mundo de la resurrección de un mal milenario (dragones en esta ocasión). Por suerte la profundidad del juego es desquiciante y encontramos cientos de misiones secundarias con historias muy interesantes que nutren su pedazo de trasfondo (lore si molas). Para conocerlo mejor encontraremos catorce millones de libros que acumular, agravando nuestro síndrome de Diógenes con la ingenua promesa de leerlos todos “cuando tengamos tiempo”.

Lo chachi de la Special Edition es que incluye los tres DLC de Skyrim: Dawnguard añade misiones relacionadas con los vampiros, Hearthfire para construir nuestra propia casa y Dragonborn, que expande el mapa con una isla entre otras cosas. Las nuevas misiones están muy bien integradas, hasta el punto de que yo no las había jugado y no sospeché estar en ellos hasta que los enemigos de la nueva isla sodomizaron mi ojete Bretón.

Esto, sumado al contenido original y las expansiones de la comunidad que podemos instalar, nos da un tiempo de juego de unas cuatro vidas. Pero los libros que pillamos los vamos a leer todos, ¿eh?

Lo que más flojea del juego en mi opinión es el sistema de combate, que el pobre no podría ser más básico e impreciso. Lo interesante son las combinaciones que tenemos al equipar cada mano con un arma, escudo o conjuro de forma independiente. Como característica especial de Skyrim están los gritos; ataques especiales ajenos a nuestro equipo y que van muy ligados a la historia.

Como buen RPG no podían faltar su buena ristra de atributos que mejorar mediante el uso y habilidades que desbloquear subiendo de nivel. No quiero aburrir con un tocho al respecto, pero hay posibilidades más que de sobra para poder crearnos decenas de personajes completamente dispares.

Si en su momento no lo disfrutaste o eres un triste consolero que no había tocado los mods como yo, Skyrim Special Edition está guay del Paraguay. Estando su valor añadido en algo que hace la comunidad salir a 60 euretes puede parecer caro, pero en poquísimos juegos se amortizan tanto.