¿Alguna vez has estado en un museo y te has parado más tiempo del que te sientes cómodo mirando algo, con la sola idea de buscar más significado en ello? Me refiero a esa sensación de que ya has visto el paisaje de un cuadro pero quieres encontrar ese valor añadido que lo hace merecedor de estar expuesto, de ser una pintura de prestigio. Es más, del valor de tu tiempo y dinero invertido en ir a verlo.
Morphopolis es esa sensación.
Morphopolis es una aventura gráfica point & click de toda la vida, sencillita hasta decir basta. El juego consiste únicamente en moverte por el escenario buscando una lista de objetos escondidos, y en resolver unos cuantos puzles de por medio.
Nos presenta con una historia que puesta de otro modo podría pecar de pretenciosa, pero que por su ritmo y estilo da la sensación de ser algo simple con toques artísticos. Básicamente, controlamos en cada nivel a un insecto que hacía el final del nivel sufrirá una «metamorfosis», convirtiéndose en otra criatura para el próximo nivel.
Empezando con la conocida oruga, el juego avanza con variopintos diseños de bichos, no solo de nuestros personajes, sino en todo el entorno. El microcosmos del juego está plagado de otros insectos, muchos como parte del escenario, algunos sirviendo para bloquear tu paso, y otros haciendo items a recoger. Algunos simplemente están muertos en el fondo, estos cadáveres y restos (patas, antenas, cuernos) dan ese matiz algo oscuro que hemos visto en tantos indies, pero que aquí pega muy bien para sentirnos parte del mundo animal en miniatura, combinando vida y muerte en un entorno cambiante.
El punto fuerte de este juego es precisamente lo que se ve primero, su arte. El juego es una pintura en movimiento (no demasiado, pero no es algo completamente estático). Cada parte del juego es una enorme ilustración bellísima de naturaleza al detalle, con montones de preciosas flores variopintas, elementos del terreno impresionantes e insectos y plantas en multitud.
Da la sensación de que hemos encogido y nos encontramos con todas estas criaturas y vegetación, con tanto detalle en forma y color que te deja sin aliento. Sencillamente, no tiene nada que envidiar a la obra de cualquier artista dedica a su apropiado medio.
Dios, pero si esta obra ha ganado un premio a la ilustración, ¡aún siendo un juego!
La música también es bastante merecedora de elogio, pese a que no es muy memorable, es algo muy agradable que pega siempre con el contenido y que hace las esperas y partes lentas más llevaderas, siendo algo de lo que uno nunca se cansa, como esa música de puzles del profesor Layton o la que encontramos en Phoenix Wright, pero si esa chispa que la hace tan épica y reconocible. Es decir, es algo muy bien hecho que disfrutas mientras lo escuchas, pero nada único o reconocible.
Pero esto no es un cuadro ni una sinfonía.
Como juego no tiene demasiado encanto, la mecánica principal de explorar el entorno en pantalla nos hace analizar cada pequeño recoveco del paisaje en que consiste cada pantalla de cada nivel, y teniendo en cuenta su nivel de belleza, me parece lo más inteligente, y algo bien pensado por los desarrolladores. El problema es que, pese a tener un hermoso escenario a más no poder, como mencionaba al principio, se acaba convirtiendo en un lienzo al que te quedas mirando mucho después de haber apreciado el cuadro, y pese a que no encuentres lo que necesitas, da una sensación de repetición y aburrimiento por quedarte mirando lo mismo.
Tiene sus momentos de realización si te paras a analizar el ambiente, pero se quedan cortos.
Personalmente me encanta la ilustración, pero este juego ha podido con mi paciencia y he acabado más haciendo clic toda la pantalla con la sensación de “¡¿Dónde están mis llaves?!” mucho más que con la de explorar más allá.
Los puzles son la parte más dinámica y aún así no son nada especial: puzles clásicos como un rompecabezas, juntar parejas de memoria o un Simón Dice. Bonitos, como todo, pero bastante planos y poco originales a nivel jugable.
Además, para acabar, juego no tiene ni una pizca de texto, y la interfaz podría ser más intuitiva, por lo que el principio puede ser un poco confuso, y algunos puzles, si no pillas que te piden, exasperantes.
Un poco en resumen, la jugabilidad, Morphopolis recuerda a esos juegos sencillitos de navegador que tanto éxito tuvieron hace años, pero con un resultado muy insulso.
Entonces, ¿Vale la pena Morphopolis? Bueno, depende.
¿Te gusta el arte o la ilustración y tienes paciencia? Entonces lo disfrutarás bastante, pues este juego tiene el mismo valor que un museo o un buen artbook y nada que envidiarles.
Si la descripción anterior no va contigo, no lo recomiendo demasiado, se te puede hacer pesado y aburridillo, y no tiene nada destacable fuera de lo artístico.
Pero oye, en rebajas es un juego de 20 céntimos que dura hora y media, estoy seguro de que has pagado más por una bolsa de patatas o algo por el estilo, así que si tienes un rato a matar, aunque sea para un par de niveles, no está mal, y es una experiencia bastante bonita.
2 comentarios
Jaime · 02/06/2017 a las 19:18
gracias por la recomendación. mr gustó mucho
Ignis Dino · 02/06/2017 a las 19:48
@Jaime
Me alegro de que te gustase, es un juego precioso 🙂
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